El desafío del posmodernismo


Existe la posibilidad de abordar el modernismo desde la semiótica. Autores como Fernando de Toro aprehenden la ‘distorsión’ como condición de lo moderno, en la medida en que el significante del objeto artístico es producto de una ‘distorsión o manipulación´. Este ejercicio da como resultado una gran y novedosa diversidad de lenguajes, estrategias de comunicación y posibilidades en la forma que antes eran ignoradas o no exploradas -acontecer evidente en las vanguardias artísticas, las mismas que propulsaron cierta ‘desviación’ de los métodos y recursos estructurales usados previa y normativamente para representar con aparente fidelidad la ´realidad´-. Ahora bien, figuras como Beckett, en la dramaturgia, llevan a sus límites las posibilidades del modernismo. El posmodernismo actúa, por tanto, 'un poco más allá de'. Ese ‘más allá de’, es entendido por Lyotard como el intento por explorar de manera todavía más enfática lo ‘impresentable’ -trabajado previamente por la estética moderna; desde otro enfoque, claro está-. El posmodernismo se construye entonces a partir de un gran desafío: encontrar nuevos marcos de operación, nuevas alternativas a las ya puestas de manifiesto en los gestos subversivos de la estética precedente. El pastiche y las alegorías, anunciadas de manera sucinta en los textos de Sarup y Lyotard, son ejemplos de las estrategias a las que más tarde recurrirán los artistas en un tiempo tan ambiguo como este.


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