El género en disputa
EL GÉNERO EN DISPUTA.
Buttler,
parte desde Beavoir e Irigaray.
Los sistemas políticos producen sujetos que mar tarde
representa, Buttler citando a Foucault. Planteando que los sujetos son parte
del entramado de figuras y relaciones que se conjugan en la vida cotidiana y en
el que hacer de los individuos.
este analisis es correcto,
entonces Ia formaci6n juridica
del lenguaje y de Ia politica
que presenta a las mujeres
como «el sujeto» del feminismo
es, de por si, una formaci6n
discursiva y el resultado de una
version espedfica de Ia
politica de representación.
Lo femenino se construye a raíz de la exclusión, con esto se
manifiesta el cógito de su designación dentro del discurso falogocéntrico de lo
masculino. Esta Otredad, es la significación pensada desde los inicios del
pensamiento en la filosofía. Dónde no existe ninguna mención de lo femenino
desde la experiencia vital, sino desde el análisis del sujeto construido desde
lo masculino.
El problema del «sujeto» es
fundamental para Ia politica,
y concretamente para Ia
politica feminista, porque los suietos
juridicos siempre se
construyen mediante ciertas practicas
excluyentes que, una vez
determinada Ia estructura
juridica de Ia politica, no «se
perciben».
Esto produce un grado binario en dónde lo masculino es
libre, pero lo femenino está marcado desde el inicio, se fundamenta en la
diferenciación biológico de distinción entre sexos. Lo que denota roles
fundamentados en esta base biológica y la función específica natural. Lo
femenino se muestra desde una suerte de denominación colectiva, que no posee
esa identidad individual que le permita ser incluida dentro de las fuerzas que
forjan la capacidad de conocer, para el pensamiento histórico colectivo.
Buttler cuenta desde el cógito del pensamiento platónico el
cual está compreso dentro de la historia como primera aproximación válida de lo
que constituye el contacto con el mundo.
La invocacion performativa de
un «antes» no
historico se convierte en Ia
premisa fundacional que asegura
una ontologia presocial de
individuos que aceptan libremente
ser gobernados y, con ello,
forman Ia legitimidad del
contrato social.
Lo masculino ha pensado desde sus términos lo femenino,
designando la otredad a la mujer (como también a las periferias). Ha
desarrollado una espitemología que denota lo que existe en el mundo, excluyendo
así las otras voces que configuran un testimonio sobre su propia esencia.
Buttler hace un recorrido histórico sobre la construcción del cógito del
pensamiento y en este proceso recalca la falta de una voz femenina que se
piense desde su experiencia. Mientras lo relaciona con lo denunciado por
Beavoir en su proceso filosófico de ubicación dentro del esquema de
pensamiento. Es entonces, cuando se condensa su estructura de pensamiento en el
falogocentrismo. El cual restringe y excluye a la mujer con su otredad, la
propiedad que no la vuelve un conglomerado colectivo circunstancia. Restringida
a un rol pensado por el falogocentrismo, especificado dentro de una
construcción que favorece al hombre.
Buttler condensa la percepción sobre lo femenino de Beavoir
e Irigaray, quienes han discutido la posición de lo femenino con respecto de la
clasificación propuesta por el mencionado falgolocentrismo, productor de
sentidos y restrictor de papeles en los que se participa en una sociedad. Es
así como se señala la exclusión de la mujer, tanto a nivel político como en el
papel de producción de pensamiento y es ahí dónde se señala la dependencia de lo
femenino con una construcción social concreta que posee lo masculino, por
encima la idea colectiva que ha definido como lo femenino.
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