Posmodernidad, ¿era inevitable?



Todo parte de definir aquello que significó (o todavía significa?) la Modernidad. La idea de Modernidad tuvo origen con la Ilustración y aquellos filósofos que buscaron teorizar la idea de progreso por medio de la razón. Parecía que todo encontraría un orden, que se establecerían nuevas reglas con las que erradicar cánones y paradigmas del pasado. También se lograría mayor desarrollo de mano de las industrias y modelos estandarizados de trabajo. No obstante, aquel proyecto que procuró romper con las viejas jerarquías se transformó en un nuevo verdugo. Ya no serían las monarquías ni las tradiciones los reguladores de cultura, sino los relucientes monopolios industriales. Esto es el fracaso de la Modernidad y punto de origen para hablar de la Posmodernidad. Un quiebre total con el pasado pareció la mejor de las alternativas. Tirar por la borda la grandes narrativas y redescubrir al individuo entre las masas. Optar por la deconstrucción total de conceptos y negación a las formas pasadas de lenguaje. Caemos en un limbo de posibilidades y ausencia de valores de juicio.
Más complejo que en toda la Historia del Arte, la tarea se ha puesto cuesta arriba, en una perfecta perpendicular, ¿qué es arte?
Es confuso pensar en una era donde al parecer, de tanta defraudación, se cayó en una imposible reconciliación con la herencia y el recuerdo, donde todo es posible y ese todo es su propio medio de justificación de existencia.
Todavía no entiendo qué es la Posmodernidad. No entiendo su arte ni a sus defensores. No entiendo los marcos bajo los que opera, pues, a pesar de "deshacerse" del estructuralismo, parece haber originado un nuevo campo de terreno, uno mucho más basto, pero todavía cercado. 

Comentarios

  1. La Posmodernidad promete un campo extendido donde el arte no solo es arte, sino que también es filosofía, política, teoría, y toda disciplina existente. El arte retiniano es cosa del pasado. La línea divisoria generada por la academia, y la institución es sacudida del tablero. Ya no hay ideas totalizantes ni sistemas de control. Ya no hay vida cotidiana separada del arte. Convergen en un mismo espacio la élite y lo popular. Cualquiera puede ser artista si el medio y su mercado lo testifican. Sinembargo, tanta libertad aparente parece todavía perpetuar un marco de operación y es justamente aquello que tanto niega: la Modernidad. Todavía hay un hilo conductor que no permite la libertada absoluta de los artistas posmodernos, pues la historia es inherente e inevitable para el ser humano. Las grandes narrativas no se destruyen del todo; se transforman. Quizá, Modernidad y Posmodernidad conviven en un mismo espacio y es aquello que conocemos como lo contemporáneo. Es confuso, pero el arte parece por fin develar su naturaleza.

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