Posthistoricismo y contemporaneidad
En muchas ocasiones se ha dado debates cuestionando el fin de la historia, el fin del arte, y otras cuestiones. Por lo
que podemos pensar que el arte siempre genera giros característicos de su
pensamiento sobre la historia o de la forma de su narrativa histórica,
reinventando constantemente. Por ejemplo el fin del arte puede discernirse a través
del recuerdo de los happenings, discutidos por todos, aunque se podría re conceptualizarlos, y verlos como movimiento
de innovación teatral. La invención de nuevas clases de representaciones y la
puesta en escena de todas las piezas teatrales canónicas heredadas del pasado
cultural de la literatura mundial en general. Aunque se da muchos estereotipos filosóficos heredados de la
tradición; por ejemplo el cuanto a la religión.
A pesar de ello cuando se habla del fin del arte,
hay pronósticos históricos que han sido erróneos, esto depende desde la
perspectiva o que filosofía se la quiera analizar. Además, el fin del que se
habla, no termina al convertirse en nada
sino en todo: el sendero no tomado por la historia. El modernismo aspira a lo
Sublime como su esencia misma, lo que podemos llamar transes tética, en la
medida en que afirma sus pretensiones a lo Absoluto, se cree que para ser arte
de algún modo, el arte debe ser algo más allá del arte.
La noción del fin de la historia expresa también un
bloqueo de la imaginación histórica, la necesidad de ver como es como se
termina.
Por otro lado hablando del fin de la historia, se
piensa también de la llegada de un período en el que la colectividad humana
controla su propio destino, y la historia es una forma de praxis colectiva y ya
no está sujeta a los determinismos de la naturaleza o la escasez, el mercado o
el dinero. Por lo que se debe pensar que a partir de lo que nos llaman fin, se
debe volver a empezar.
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