Semana 3

A diferencia de lo que muchos lingüistas piensan sobre la imagen y como esta es incapaz de producir un lenguaje, Roland Barthes, uno de los semiólogos franceses más importantes del siglo XX, describe en su lectura como es que la imagen adquiere sentido. Para ello, Barthes emplea a la imagen publicitaria como ejemplo, enunciando que su significación es intencional para permitir la mejor lectura posible de la imagen. El escritor francés llega a identificar tres tipos de mensajes que constituyen la imagen, el mensaje lingüístico, el mensaje denotado y el mensaje connotado. Tal como menciona el autor, el mensaje lingüístico tiene la función de complementar la imagen y guiar al lector entre los significados de la imagen hacia un sentido elegido previamente. Por otra parte, en lo que al mensaje denotado respecta, Roland Barthes explica que el observador requiere meramente de la percepción para descifrar dicho mensaje icónico no codificado. Esto quiere decir que la dennotación establece un vínculo entre el signo y aquello a lo que se refiere. Finalmente, el semiólogo francés desarrolla el argumento del tercer mensaje presente en la imagen publicitaria, exponiendo al mensaje connotado como los signos culturales que comparten emisor y receptor. Básicamente, el mensaje connotado se emplea con el fin de dar a la imagen significados más convencionales y ligados al entorno cultural. En la actualidad, se puede observar claramente como las nuevas tecnologías permiten una difusión de las imágenes extremadamente masiva. Y si bien las imágenes de por sí pueden ser interpretadas sin importar el contexto en el que se las exhibe, es importante reconocer que el razonamiento de Barthes es acertado en algunas medidas. En esencia, la conexión entre los tres mensajes de la imagen construyen un lenguaje que viene sustentado por años de memoria colectiva que a su vez ha ido conformando significados alrededor de las imágenes para fomentar la comunicación visual. Ahora bien, en lo que al arte se refiere, es inevitable dejar de percibir como es que el sistema artístico ha desarrollado a lo largo de la historia una relación entre imagen y significado que difiere del resto. 

Bibliografía.

R, Barthes. (1982). Retórica de la imagen. Lo obvio y lo obtuso.

M, Schapiro. (1973). On some problems in the Semiotics of visual art: field and vehicle in image-signs, simiolus.

Comentarios

  1. Una vez revisado el texto de Roland Barthes (Retorica de la imagen) y el de Meyer Schapiro (On some problems in the Semiotics of visual art: field and vehicle in image-signs) en conjunto, es posible entender como los signos han formado y formaran eternamente un soporte del discurso con el que el arte se va reformulando. Barthes emplea a la publicidad como un ejemplo de la capacidad comunicativa y representativa que las imágenes poseen. Claramente, la lectura y el entendimiento de cualquier anuncio publicitario dependen indiscutiblemente de todos los factores que conforman al receptor. A esto se añade que la lectura de los signos dispuestos en la imagen no es tan formalizada como sucede en la literatura, puesto que en el mundo del arte no existen un orden para disponer los signos dentro de la obra, por lo que se requiere una lectura simultanea de los signos por parte del observador. Así como la mayoría de personas podrían reconocer los mensajes denotados y connotados de la publicidad lanzada por la marca Panzani debido a que entre ellos comparten discursos idealizados en signos, en la esfera artística sucede lo mismo pero con una construcción de significados y significantes ajena a la del resto. Desde los orígenes del arte se han venido institucionalizando discursos a partir de signos y pensamientos propios que con el paso de los tiempos se han transformado en los mecanismos de lectura y discusión artística. De esta forma, los artistas siempre tendrán la opción de regresar a ver al pasado en busca de signos referentes que les permitan generar nuevos discursos en relación a su tiempo. En definitiva, la lectura de una obra en el campo del arte no puede ser interpretada sin tener cierto bagaje histórico que permita al observador reconocer el espectro de significados que los signos presentan.

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