Colonialismo Eurocentrista

 Arte y Cultura se han definido desde un punto de vista europeo o eurocentrismo, que es el principal "síntoma de una enfermedad que percibe lo que es diferente como portador de virus potencialmente mortales en lugar de elementos nutricionales". Es lo que Mosquera define como el síndrome de Marco Polo. El problema con el eurocentrismo es que está arraigado en el colonialismo y el colonialismo detuvo a las sociedades tradicionales en su progresión natural, en lugar de eso impuso con fuerza un camino diferente.
El resultado es que hoy en día, estas sociedades luchan por lidiar con sus propios problemas y también han adoptado los problemas de Occidente. Por ejemplo, en Trinidad y Tobago, el 11 de septiembre se sintió como si hubiera sucedido en Puerto España. Fue vivido como un desastre de Trinidad, la gente lo adoptó, lo poseyeron.
El eurocentrismo también ha afectado a Occidente en que no existe una conexión capaz de transformar esta relación insalubre en una en la que ambas partes se benefician de sus propios intereses y valores, en una situación global. Pero esto está cambiando y la crítica del eurocentrismo es parte de la posibilidad de un diálogo global entre las culturas. Los artistas que son adoptados por otras culturas y adoptan otras culturas para crear una narrativa satisfactoria para Occidente y lo "primitivo" en su forma pura son una gran parte del diálogo. Concluyo con una bella cita de Mosquera: "La cura para el síndrome de Marco Polo reside en superar el centrismo con la iluminación de una miríada de fuentes diferentes.

Comentarios

  1. Si bien coincido contigo en que la colonización cambió radicalmente la orientación de las sociedad ocupadas, creo necesario puntualizar que la imposición de esta ideología euro-centrista no estuvo exenta de resistencias e incluso de modificaciones, que respondían a la negativa de los pueblos tradicionales a abandonar sus practicas de vida y formas de pensamiento.

    Me gustaría poder comprender esta nueva dinámica que se origina entre las personas, los lenguajes, los rituales y los objetos, a partir de que las culturas se encuentran. Este asunto me recordó el texto de García Canclini “Culturas Híbridas” (1990), en dónde se analizan los diversos cruces culturales que se manifiestan en las sociedades latinoamericanas, y por eso es que me remití a esta obra para intentar comprender cómo estos diferentes espectros de lo local y lo global interactúan en nuestro medio.

    Si bien la discusión que propone Canclini es demasiado extensa para señalar todos sus rasgos esenciales aquí, quiero referir, en relación a esta lucha que establecen las culturas por legitimarse unas frente a otras, los comentarios de este autor que indican la imposibilidad de afirmar que en Latinoamérica exista una sustitución de la cultura local por una foránea.

    Sobre los países latinoamericanos el autor comenta que:

    “son actualmente resultado de la sedimentación, yuxtaposición y entrecruzamiento de tradiciones indígenas (sobre todo en las áreas mesoamericana y andina), del hispanismo colonial católico y de las acciones políticas, educativas y comunicacionales modernas. Pese a los intentos de dar a la cultura de élite un perfil moderno, recluyendo lo indígena y lo colonial en sectores populares, un mestizaje interclasista ha generado formaciones hibridas en todos los estratos sociales.” (p. 71)

    Alrededor de esta situación de diversidad de patrones culturales en Latinoamerica, Canclini desarrolla la idea de heterogeneidad multitemporal. El autor define bajo esta categoría al hecho de que personas que practican modos de vida que son particulares de distintos tiempos históricos puedan vivir en un mismo espacio. Y respecto a las causas que hacen posible este hecho, Canclini comenta que: “(la) heterogeneidad multitemporal de la cultura moderna es consecuencia de una historia en la que la modernización operó pocas veces mediante la sustitución de lo tradicional y lo antiguo” (p. 72)

    Pero más allá de lo que se pueda plantear desde la teoría, los cruces culturales se hacen evidentes a nuestro alrededor, no solo en las imágenes que pretenden sintetizar lo nacional desde el indigenismo, reduciéndolo (contrarrestadas además por las promesas políticas de liberar a las instituciones de rasgos pre-modernos, aquello que históricamente estuvo asociado al arquetipo de lo indígena y lo rural) pero también podemos encontrar cruces culturales en las formas de habitar el espacio o de comunicarnos. Puede ser que precisamente allí en estos espacio dónde se hace evidente la diferencia exista también la oportunidad de superar las necesidades de emplear definiciones estrechas para reconocernos. En vista de que el eurocentrismo no ha cooptado todos las formas de vida, puede ser que en esa diversidad de modos culturales exista también una oportunidad para enriquecer nuestras visiones, nuestra forma de entendernos y entender al otro.

    Referencias:

    García, N. (1990) Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. México D.F.: Editorial Grijalbo.



    Martín Fuentes

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