CULTURA Y SIMULACRO

Del Rigor en la Ciencia
Jorge Luis Borges

En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.
Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.
Suárez Miranda, Viajes de Varones Prudentes, Libro Cuarto, Cap. XLV, Lérida, 1658.

Iniciando con la Reflexión propuesta por Baudrillard sobre de cómo los simulacros se han apoderado de la esencia de la realidad utilizando la alegoría de Borges (El rigor en la ciencia). Dónde el mapa del reino termia ocupando en su totalidad al reino. Una réplica escala 1/1que ocupa hasta los aspectos más mínimos de lo que puede ser asimilado como real.

Aquí se plantean algunas condiciones para explicar la falta de realidad de la que los simulacros forman parte.  La realidad desprendida de una esencia vital que la constituye, semejante al despojo que queda después de quedar sin un núcleo definido. Cómo sí los simulacros hubieran apoderado de este núcleo y nos hubieran inmerso en una realidad suplantada , que replica con precisión hasta los aspectos más mínimos de lo que se percibe como realidad.

de la simulación es la miniaturización genética.
Lo real es producido a partir de células miniaturizadas,
de matrices y de memorias, de modelos
de encargo— y a partir de ahí puede ser reproducido
un número indefinido de veces

Baudrillard propone una realidad vacía, despojada de toda remembranza de lo que alguna vez fue una realidad libre de simulación. Describe que la simulación es un acto que no es un fingir, sino una suplantación.

El que simula,
¿está o no está enfermo contando con que ostenta
«verdaderos» síntomas? Objetivamente,
no se le puede tratar ni como enfermo ni como
no–enfermo. La psicología y la medicina se detienen
ahí, frente a una verdad de la enfermedad
inencontrable en lo sucesivo.

La realidad suplantada por la exactitud de la simulación, este reemplazo a sucedido a lo largo de la construcción provista por la cultura y se entramado de relaciones discursivas que estructuran la percepción de la misma.  Dichas construcciones discursivas proveen de un ordenamiento sintomático, el cual designa los parámetros de la realidad hasta su más mínima expresión. Esto deja en evidencia la falta de substancia que tiene lo real. Baudrillar induce el concepto de hiperreal, sinónimo de una realidad más allá de lo real. Algo que es capaz de abarcar todos los sentidos que le proveen del contacto con la realidad a los seres humanos. Esto se presenta en primea instancia en las imágenes que pretenden transgredir esta barrera cognitiva que provee de sentido a la realidad.

Las fases sucesivas de la imagen serían éstas:
— es el reflejo de una realidad profunda
— enmascara y desnaturaliza una realidad
profunda
— enmascara la ausencia de realidad profunda
— no tiene nada que ver con ningún tipo de
realidad, es ya su propio y puro simulacro.

Los simulacros ocupan la realidad, sumergen al colectivo de personas dentro de sus múltiples narrativas mostrándoles una realidad convincente, que carece de la realidad profunda dispuesta arriba. También esto se conjuga con los discursos políticos, los cuales están invadidos de este tipo de construcciones simuladas; las cuales se generan a partir de sus instrumentos de control y de la capacidad para producir una realidad mediada por las cámaras y los dispositivos. Con los que la humanidad ha desarrollado gran afinidad y son parte de una vida diaria.
La simulación ha desprovisto a la realidad de un sentido profundo que tenga alguna conexión directa con el individuo que la percibe, en su lugar la simulación se ha expandido tanto que abarca casi todos los aspectos en la relación entre el individuo y su entorno, como en las relaciones sociales. A medida que el simulacro se apropia de la realidad, la brecha con la misma se expande dejando al mundo envuelto de una falta de sentido, con un vacío dónde debería transitar una realidad más allá de las imágenes, las cuales se han multiplicado tanto que parecen una metástasis desarrollada suplantando el territorio real, dejando el cascarón vacío de un mapa que existe únicamente para referirse asimismo y autoproclamarse como el único contacto con lo real que disponen los seres humanos.

Tasaday recién descubiertos en lo más profundo
de la jungla donde habían vivido durante
ocho siglos sin contacto con ningún otro miembro
de la especie. La iniciativa de esta decisión
partió de los mismos antropólogos que veían a
los Tasaday descomponerse rápidamente en su
presencia, como una momia al aire libre. Para
que la etnología viva es necesario que muera su
objeto. Éste, por decirlo de algún modo, se venga
muriendo de haber sido «descubierto» y su
muerte es un desafío para la ciencia que pretende
aprehenderlo (¿acaso no ocurre así con toda
ciencia, incluso con las no humanas?).

Esto es la manifestación de cómo los discursos son capaces de expandirse y simular o incluir dentro de su simulación a grupos étnicos excluidos del mismo constructo de lo real, sin embargo se ha logrado presentar a la simulación como una salida viable ante lo gastado de la realidad. Tal es el caso de las cuevas de Lascaux, las cuales han sido replicadas hasta en su más mínimo detalle por motivo de que las visitas que recibían degradaban el estado de las pinturas rupestres.

La incautación de la substancia de realidad ha sido perpetrada por los discursos hegemónicos mediante la proclamación mediática repetida y masiva sobre sus percepciones globalizadas ante un mundo que absorbe dichas perspectivas a escala masiva e inmediata. Una realidad queda suplantada cuando la reiterada repetición del mismo foco, o sí se quiere del mismo ángulo de vista provisto por los mismos productores de realidad.

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