La des-eurocentralización en el arte
‘Sufrimos del Síndrome de Marco Polo’ afirma desde el
comienzo Gerardo Mosquera; y ‘el principal síntoma de la enfermedad es el
eurocentrismo’. Han pasado muchos años ya desde que las colonias europeas en
varios continentes del mundo encontraron su fin y, sin embargo, la estela de valores
etnocéntricos implantados durante el colonialismo sigue encontrando un lugar
privilegiado en nuestro tiempo. El mundo del arte, en efecto, ha sido permeado
por el síndrome en cuestión. Mosquera respecto a esto argumenta que “la
des-eurocentralización en el arte no se trata de regresar a la ‘puro’, pero sí
de adoptar la ‘impureza’ poscolonial a través de la cual podríamos liberarnos a
nosotros mismos y expresar nuestro propio pensamiento”. Mosquera relieva con
esto la imposibilidad de trabajar una tradición estética aislada en tanto que
nuestras culturas están ya insertas en una cierta dinámica histórico-global. La
solución es, por tanto, empezar a generar nuestros propios discursos en torno a
esa condición de la que no podemos escapar, pero a la que sí podemos hacer
frente o, en otras palabras, a la que sí podemos cuestionar.
Al final del texto, Mosquera plantea un desafío que va mucho más allá del mero reconocimiento del Otro. Mirar a quienes pertenecen a territorios adyacentes, sin caer en la exotización de su condición, quizás es posible si procuramos observar en doble sentido: hacia afuera, pero arrojando, a la par, vistazos hacia adentro. Este ejercicio hará posible el reconocimiento de ambas partes en sus singularidades y semejanzas; reconocimiento de una riqueza que puede tomar formas novedosas y generosas a partir del diálogo horizontal entre culturas. "La implicación intercultural consiste no solo en aceptar al Otro en un intento por comprenderlo y enriquecerme con su diversidad. También implica que el Otro hace lo mismo conmigo, problematizando mi auto-conciencia" (Mosquera, 2005).
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