Realidades contenidas - Andrés Mafla


El libro de Jean Baudrillard, Cultura y Simulacro, esta compuesto por cuatro capítulos: La preseción de los simulacros, El efecto Beaubourg, A la sombra de las mayorías silenciosas, y El fin de lo social. En resumidas cuentas, Baudrillard se enfoca en desarrollar lo que el termino de simulacro e hiperrealidad denotan en la sociedad de finales del siglo XX. Básicamente, el filósofo francés describe al simulacro como la vida dentro de la cual cada uno habita, y a la hiperrealidad como esos entornos que la humanidad a creado con el fin de poner en pausa su vida-simulacro. El ejemplo por excelencia es el de Disneyland, pues Baudrillard lo entiende como este sitio de fantasía donde la vida se olvida por un momento; a esto igual hay que añadir que otra función de las hiperrealidades es hacernos pensar que ese espacio es de mentira, entonces por ende, el simulacro en el cual vivimos es real. De esta forma se puede entender al simulacro como un reflejo de lo que es la realidad, puesto que nosotros no vivimos sino lo que aparenta ser real. En términos de semiótica, lo que el simulacro ha causado es la resignificación de los signos por imágenes que ya no tienen conexión alguna con el origen real. La cultura católica es uno de los principales focos de crítica en el texto, pues en ella Baudrillard identifica un proceso de simulación avasallador, ya que si nos ponemos a pensar los católicos han dejado de adorar a un Dios que parecía real, para alabar a aquel que fue dibujado por los mismo católicos. En esencia, lo que el filósofo francés pretende con la construcción del termino simulacro es que el lector sea capaz de ver como el simulacro ha despojado cualquier contenido que nuestra sociedad pudo haber tenido, con el fin de situar a los individuos frente a un vacío donde la sociedad capitalista tiene el control del diseño de vidas.


Bibliografía.

Jean Baudrillard, Cultura y Simulacro. Barcelona: Editorial Kairós, 1978.

Comentarios

  1. Jean Baudrillard logró anticipar con sus textos los pormenores que hoy en día estructuran a la sociedad contemporánea. Sin previo aviso el crecimiento desenfrenado de la tecnología provocó una dependencia del sujeto postmoderno a estar en constante presencia de una pantalla. La información audiovisual que se proyecta en las pantallas aparece en todo momento y sin receso alguno, impidiendo a los individuos procesar aquella información. Tan inconsciente ha sido el uso de las imágenes que incluso su significado de origen ya no se relaciona con el que le han dado los nuevos medios encargados. Inevitablemente, estas alteraciones en la construcción de la semiótica sitúan a los sujetos en una especie de limbo, donde las instituciones de poder son libres de usar las imágenes ha su disposición. Es irónico pensar como en la contemporaneidad, a pesar del exceso de información circulando, no es del todo posible llegar al fondo del asunto con una verdad que se presente transparente ante todos. Debería ser totalmente cuestionable el hecho de que en la sociedad actual el modelo de vida global esta construido a partir de la visión capitalista. Sin embargo, debido a la información que se ve en las pantallas, los individuos han dado por sentado que para ser funcional deben acudir cinco días a la semana al trabajo para así generar más y más ingresos. Baudrillard vio venir ese estado de pasividad donde las sociedades se comen el cuento de las potencias, pero a pesar de que en la actualidad el modo de operación esta totalmente mediado, no hay que dar todo por perdido. Es más, aprovechando los espacios que se presentan como entornos de hiperrealidad, se podría desencadenar una concientización del simulacro en el que se habita. De esta forma, los individuos que sean capaces de entenderse dentro del simulacro tendrán la posibilidad de acceder a la realidad, pues a diferencia del resto, no dan por sentado lo que ven en las pantallas sino que se dan el gusto de comprobarlo por ellos mismos.

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