Sociedad del espectáculo que vive en el éxtasis de la comunicación.

Teniendo en cuenta este aspecto de la posmodernidad, hay un cambio entre lo real y su reproducción dentro de los límites más extremos. Lo real se convierte en lo que siempre se reproduce: el nacimiento del hiperreal en plena simulación. El simulacro es un doble operativo, es decir, una máquina descriptiva perfecta que proporciona todas las huellas de lo real pero que pone en cortocircuito las posibilidades de adaptación, anticipación (o vicisitudes de la vida, secuencias de sucesos felices y infeliz). Baudrillard, confrontado con el mundo de la televisión y la comunicación instantánea, dice que los seres humanos han perdido los elementos de proyección psicológica con respecto al mundo circundante. Lo que una vez fue percibido como una escena imaginaria y metafórica, ahora se disuelve en la realidad. Esta realidad ya no lleva abstracciones, metáforas, alegorías, y se encuentra en un espacio absoluto y limitante que es el de la simulación, simulacra: la hiperrealidad del mundo en el que nos encontramos. A través de esta hiper-realidad de la simulación, los seres humanos se han convertido en un componente complejo del "universo de los medios de comunicación". Esta idea implica que nuestro mundo privado acaba siendo comprometido por la invasión de la naturaleza misma de nuestro ser consciente, e incluso peor, nuestro inconsciente. Ya no somos capaces de transmitir un estilo de vida personal: llevamos un estilo de vida preconcebido y aprendido, mediado por un conjunto de consideraciones. Según Baudrillard, habría una desmaterialización de la realidad vivida por la gente "y si la realidad se disolvió ante nuestros ojos, no en la nada sino en la realidad como realidad: en el triunfo de los simulacros". Los seres humanos experimentan una pérdida de contacto con la realidad debido a su reproducción, por lo tanto, a la reproducción continua de la realidad. El sujeto se coloca en una posición de omnipresencia y omnivorancia a distancia: pérdida de todo contacto con el exterior. Ejemplo: Desinversión afectiva de bombarderos dirigidos a través de pantallas.

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