Confianza en la memoria individual

“La creencia de que la percepción puede ser infinitamente nueva es unos de los impulsos fundamentales de las artes visuales”
Para Peggy Phelan, en su texto, the ontolgy of performace, se habla de obras de tres artistas. Independientemente, cada uno tiene su postura que en conclusión se entrelazan entre sí. De una u otra forma se dice que el performance es expresión que no genera archivos, más que la memoria del espectador presente, que de forma individual crea su propio archivo en la memoria.
La presencia, no hace mayor énfasis que un solo tiempo, el presente. El no documentar con tecnología, hace que las personas solo puedan volver a un punto, su memoria. Si la memoria es un lugar abstracto en donde una vivencia puede ganar un espacio hay dentro, solo puede darse mediante la relación con cosas antes conocidas.
De una u otra forma, el dejar que la memoria haga lo suyo, sola, da paso a la subjetividad, ese pequeño que muchos reprimen. Y al hacer eso, el control se corrompe y se libera. Y por otro lado, hace que entre personas hablen, para que puedan retroalimentar y no ser juzgado por un archivador (video, textos, etc.)
Tener solo el presente, dice en la cultura occidental, es un déficit por pensar lo suficiente en el origen y en el fin. El texto dice:  “nunca podemos nacer lo suficiente”, “nunca podemos morir lo suficiente”. Es probable que se deba a la no repetición. El ser humano está acostumbrado a la rectificación. A que probablemente la ‘próxima vez, será mejor’. Pero, y si al igual que el performance no hay archivo, solo la memoria individual de cada uno; se podría pensar en que nunca lo rectificamos, solo dejamos que pase y si lo volvemos a hacer, nunca será igual al anterior.
Se habla sobre otro tiempo, y ese no poder controlarlo hace que el espectador se esfuerce por capturar el momento. Una forma de rivalizar con lo que se tiene hoy en día, todos los momentos ‘felices’ guardados en los archivo de una tarjeta de memoria.    
El performance rivaliza con la era contemporánea del boom tecnológico. A pesar, de que se generen pequeños archivos para saber que el performance si pasó, sabemos que no es lo mismo. El performance con ese pequeño archivo, pasó y quedará en la memoria la duda de si lo fue o no y por otro lado, la constancia de que no se estuvo en aquel lugar para ser participe y apreciarlo.


Peggy Phelan, “The ontology of performance”, en Unmarked. The Politics of Performance. London: Routledge, 1993. Págs. 146 – 166



Hortensia Pico
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